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En el verano del 2008, Giuliana Fatule (62) estaba compitiendo en un desafío extremo en el casa de baños de Asia, estaba con su equipo a punto de coger los kayaks y entrar al mar cuando su cuerpo le envió señales de que poco no andaba acertadamente. Dejó la carrera, regresó a Mediacaña y, posteriormente de unos exámenes, confirmó el peor diagnosis que uno puede acoger: cáncer. A los ovarios. Para aquella mujer que llevaba tres décadas de su vida corriendo, a pie o sobre una velocípedo, el mundo se había detenido.
Runner. Giuliana Fatule ha competido en varios Ironman más o menos del mundo. Foto: difusión.
Había comenzado a pasar tarde, a los 26, luego de un divorcio y una depresión de la que solo la sacó unirse a los locos de Perú Runners, cuando este especie recién surgía, en los ochenta. Poco posteriormente descubrió el ciclismo y quedó enamorada, sobre todo del de montaña. Ganó competencias interiormente y fuera del Perú. Y el día en que, a los 30, conoció el triatlón, supo que lo único más divertido que competir en ciclismo, en buceo o en carrera a pie, los deportes que más amaba, era competir en los tres juntos. Y, sobre todo, ganarlos.
Giuliana Fatule tenía un don. Se lo había dicho Gonzalo ‘Paiva’ Rodríguez Larraín desde que la vio en sus primeras competencias. “Eres un monstruo”, le decía. Ella se reía.
La historia de Giuliana es increíble. En su primera batalla contra el mal, pasó por 15 quimioterapias. Al punto que mejoraba un poco, ella se escapaba a pasar sola. Dos primaveras posteriormente del diagnosis y ocho meses posteriormente de la remisión, le rogó a su monitor que la dejara competir. Era el Rally Totoritas de velocípedo de montaña. Ese día fue uno de los más memorables de su vida. Cuando llegó a la meta, primera en su categoría, todo el mundo explotó en lágrimas. Su grupo, su monitor, ella misma. Sintió que, aunque la enfermedad podía tumbarla, el deporte siempre estaría allí para salvarla.
Giuliana enfrentó el cáncer cinco veces más. Entre 2013 y 2018 tuvo que dejar de competir por completo. El año en que regresó, ganó su primera competencia, en La Tesoro, Arequipa. Desde entonces, parece estar cada vez más válido. Corre cada vez que puede. En el año 2018 compitió en su primera carrera Ironman 70,3, en Mediacaña, y fue la primera en su categoría. Igualmente ganó en el Ironman 70,3 del año pasado. Ha competido en los Ironman de Sudáfrica, Utah, Heines y Calella, y acaba de resultar primera en su categoría en el Ironman 70,3 de Miami.
“Yo no quiero que me recuerden por las competencias que gané”, dice, “sino porque le gané al cáncer y le ayudé a mucha multitud a ganarlo y a que me vean como ejemplo de que todo se puede en la vida y nulo es inalcanzable”.
Creer en los sueños
El Ironman 70,3 o Medio Ironman es una carrera de triatlón de larga distancia en la que los atletas deben nadar 1,9 km y luego recorrer 90 km en velocípedo y 21 km a pie. Se pira 70,3 porque la distancia total del itinerario es 70,3 millas. El Ironman completo cubre el doble de distancia.
Daniel de Montreuil, uno de los mayores exponentes del triatlón doméstico y reformador del evento, explica que los Ironman 70,3 se comenzaron a hacer en Mediacaña desde el 2017 hasta el 2019, cuando hubo que detener adecuado a la pandemia. Se retomaron el 2023, esta vez a cargo de una empresa peruana.
Solo los atletas más completos pueden culminar un Ironman en los primeros lugares. Pero para participar no se necesita ser un superhumano. O quizás sí. Un humano con el superpoder de la fortaleza mental, la disciplina, la voluntad y la capacidad de creer en los sueños.
Esas dotes son las que llevaron a Hugo Estrada (39) a atravesar un mundo a oscuras y hacerse un emplazamiento en la reincorporación competencia.
Hugo nació en un pueblecito de Moyobamba, San Martín. A los 18 primaveras le diagnosticaron retinitis pigmentaria, enfermedad que le fue quitando la visión hasta en un 90 %. Cuando tenía 30 primaveras llegó a Mediacaña en pesquisa de algún tratamiento salvador, pero lo que descubrió fue un colegio específico para personas con discapacidad visual en el que se matriculó sin dudarlo. Como dice él, ese colegio y, en específico, su profesor de educación física le cambiaron la vida.
Hugo descubrió el atletismo y, particularmente, las carreras de media y larga distancia. Desde entonces ha subido al podio en muchas pruebas de 10 km y 21 km. El año pasado, gracias a su team, Achilles International, participó en el Ironman 70,3. Le costó mucho la carrera a pie, se sentía desfallecer, pero se recompuso y logró terminar la competencia en un buen tiempo.
“A los que tenemos discapacidad visual, cuando nos gusta poco, nos apasionamos, nunca nos rendimos”, dice, “y cada vez participamos en más competiciones para ser mejores”.
A Honorable Rey de la Cuba (72) que le hablen de competir. Ha sido varias veces campeón doméstico de ciclismo de ruta en la categoría máster. De pequeño empezó en el surf, luego probó con el kayak, pero desde que se subió a una velocípedo no se bajó más. Ha sido presidente de la Pacto Doméstico de Ciclismo y es uno de los mayores promotores de este deporte en el país.

Ciclista. Honorable Rey de la Cuba es una inscripción del ciclismo de ruta. Este será su primer Ironman 70,3. Foto: difusión.
Honorable corrió sus primeros triatlones en los noventa. Eran tramos más cortos, dice, pero más difíciles porque la carrera a pie comenzaba en la subida del Club Regatas de Chorrillos. Dejó los triatlones durante varios primaveras para dedicarse al ciclismo de ruta y de montaña. Pero este año va a retornar. Al Ironman 70,3.
Una de las razones que lo convencieron fue ver a su hijo decano, Honorable, el exregidor municipal, participando en los anteriores Ironman y disfrutando de la competencia al mayor. Por primaveras, padre e hijo recorrieron el Perú montados en sus bicicletas, trepando montañas, guareciéndose en humildes albergues para, despuntando el alba, retornar al camino. A Honorable padre la idea de hacer este nuevo desafío adjunto con su hijo lo emociona. El retoño, por cierto, está eficaz.
Una buena víveres, un buen alivio y un entrenamiento a conciencia son las recetas para encarar este nuevo oposición. Honorable dice que, a sus 72 primaveras, el cuerpo está en forma. Alguna molestia lumbar, algún dolor beocio por ahí, pero nulo que lo haga dudar de despertar el 21 de abril e iniciar la carrera. Nunca antiguamente ha corrido 21 kilómetros, pero está acertadamente, nadie dijo que sería obediente. Su historia, la de Hugo y la de Giuliana explican muy acertadamente el espíritu del Ironman, resumido en el marca “todo es posible”.

Tutor. Hugo Estrada compite con guías en cada una de las etapas de la carrera. Foto: difusión.
Divisa del triatlón
Walter ‘Tater’ Ledgard fue el primer peruano que participó en un triatlón, en 1985, en Hawái, y poco posteriormente organizó el primer triatlón en Mediacaña.
1,500 Atletas peruanos y extranjeros de 42 países participarán en el evento, según los organizadores.
Ironman
70,3 MILLAS. Los atletas recorrerán en total 113 kilómetros (70,3 millas).
Nadando. Primero nadarán 1,9 kilómetros en la playa Agua Dulce.
Ciclismo. Luego recorrerán 90 km en velocípedo en el circuito de playas de la Costa Verde.
A pie. Finalmente, correrán 21 kilómetros a pie hasta resistir a la meta.